1 de diciembre de 2011

Testimonio de Doña Xiomara Mejía

Quiero empezar dando gracias a Dios por este día que El va a permitir y por estar aquí, representando a otras familias de mi país, para que ustedes se den cuenta de que no sólo en Guatemala hay pobreza.

Mi nombre es Xiomara Mejía y vengo de Honduras, de Tegucigalpa, colonia Nueva Suyapa. Soy madre de 6 hijos, a los que he criado vendiendo tortillas y limpiando las calles de la ciudad.

Me siento bien al estar en este país y agradecida con las personas que me han invitado a este lugar para expresar que también en mi país hay violencia, discriminación, irrespeto a nuestros derechos y droga, que es lo principal para que se pierda la juventud de todos los países del mundo.

Me gustaría hablar de mi hijo. Por estar vendiendo droga en mi colonia, está preso en la penitenciaría. Pienso yo que aquí también hay muchos padres y madres que tenemos problemas causados por las drogas. Mi colonia antes era sana, podíamos andar a cualquier hora de la noche, pero desde que llegaron los que trafican con droga, nos sentimos como animales enjaulados en nuestras viviendas. Ahora mucha gente que no es de nuestra colonia, la visita, con pistolas en las manos, amenazando a cualquiera de los vecinos, y nos quedamos callados por temor a morir a manos de ellos. En los meses de agosto y septiembre, sólo en mi colonia, mataron más o menos a 17 muchachos. Vivíamos zozobra porque cuando estaban velando a unos, estaban matando a otros. Y yo le doy gracias a Dios porque el hijo mío también andaba consumiendo drogas y Dios tuvo misericordia de mí y de mi familia, lo recogió de la calle y lo tiene en la penitenciaría. Hago un esfuerzo grande para irlo a ver una vez al mes, cuando consigo ahorrar 1000 lempiras para el pasaje, llevarle comida y dejarle dinero, porque allí se paga por vivir, y no puedo ir con menos.

Muchas familias han vendido sus casas porque les han matado a sus hijos por denunciarlos a la posta de policía más cercana de la colonia, porque la policía tampoco hace nada y están confabulados unos con otros. Por eso me expreso de esta manera.

Muchas veces pienso que no puedo hacer nada para poder rescatar a mi familia del lugar en el que estamos viviendo. Además del problema de la droga, mi colonia es vulnerable, hay mucho derrumbe de tierra. Por eso la alcaldía me ha querido llevar a otros lugares, pero no he tenido el valor suficiente para irme, porque en esta colonia todo el mundo nos conoce; además no tengo suficientes recursos, como dicen en mi país, para empezar de cero en otro lugar, y a pesar de esta situación que estoy pasando, le tengo mucho amor a mi colonia, porque aquí se han criado mis hijos.

Soy madre soltera y tengo que trabajar duro para poder mantener a mi familia y pagar los servicios básicos que hay en la colonia. Esta es mi manera de cuidarles, todo lo que hago es para que mis hijos estén bien. Le pido a Dios que cuando salga mi hijo de la penitenciaria salga hecho un hombre de bien. Ya no volverá a la colonia, donde está la droga, se irá con su hermano mayor que vive en otro lugar.

Esto es lo que puedo hacer para rescatarles.

Espero que con este pequeño testimonio me escuchen otras personas que al igual que yo estamos pasando los mismos problemas. Pero aún así con estos problemas sigamos adelante, porque la palabra de Dios dice que si no hubiéramos podido soportar los problemas, no nos hubiera dado Dios nuestra vida. Hay que echarle ganas para adelante.

Gracias.

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