1 de diciembre de 2011

Testimonio de Doña María Alicia Pérez

Buenos días, me llamo Doña Raquel Juarez y voy a leer un testimonio preparado por otra militante Cuarto Mundo, que dice así:

Me llamo Doña María Alicia Pérez y soy madre de ocho hijos. Vivo en una colonia de la capital.

Lo más importante del ser humano es que nazca en nuestro interior el deseo de ayudar a otra persona. Hoy podemos estar bien pero mañana no sabemos cómo vamos a estar. Quien siembra bueno, recoge algo bueno.

Un día me regalaron frijol muy duro y no lo pude ni cocer. Mi hija me preguntó que por qué no lo regalaba y le dije: ¿cómo voy a regalar algo que sé que no sirve? Si no se me cuece a mí no se le va a cocer a otro.

Cuando me pasan cosas duras, no quiero que otros las pasen y pido a Dios para que no me de rencor, aunque sepa quién me ha hecho mal.

Amar y ayudar es cosa buena. Permite sacar el bien que tiene uno dentro de sí para los demás, sin esperar nada a cambio. Entonces cuando se presenta la oportunidad, hay que ayudar, no tenemos que esperar a tener dinero para hacerlo.

Hace algunos meses supe de una vecina que había tenido que abandonar su casa, porque la querían extorsionar. Estaba pasando muchas penas, pagando Q900 de alquiler en otro lugar, un dinero que necesitaba para dar de comer a sus hijos y nieto. Hablé con mi esposo y decidimos recibirla en nuestra casa para que no tuviera que estar alquilando. Y con el dinero que se ahorró pudo comprar el material para recomponer su casita y volver a la colonia, a su lote. Otros vecinos pusieron su granito de arena. Cuando la familia ya se pasó a vivir a su casa, ellos les dieron la luz y ahora la pagan juntos. Otra hermana de la Iglesia le ha proporcionado el gas. Otros consiguieron comida y se le dio una canasta de víveres y así la pasaron hasta que pudo retomar su vida.

Es bueno dar un empujón a las personas para que se levanten. Pero siempre tiene que haber alguien para que dé el primer paso. Cuando otros le ven a uno ayudando, ya se animan a ayudar. Tiene que ser una persona decidida para que anime a los otros.

Debemos aprender a sentir el dolor que sienten otros, ponernos en sus zapatos y preguntarnos ¿qué haría yo si estuviera en su lugar? Cada ser humano tiene algo especial en su corazón, por muy malo que sea, algo bueno tiene. A veces hay que ser paciente para encontrarse, sentarse y conocerse más. Si no, sólo de vista podemos juzgar y equivocarnos.

Mi papá me decía: “Nunca nos debemos cansar de hacer el bien”. De él lo aprendí. Mi papá nos enseñó a no ser egoístas ni groseros con las personas. Se llamaba Don Pedro.

Como padres tenemos un papel muy importante con nuestros hijos. Tenemos que enseñarles que cuando alguien tiene necesidad, hay que ayudarle.

Lo material no lo es todo, una buena amistad vale más. Debemos estar atentos y así siempre poder ayudar. Gracias.

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