28 de septiembre de 2010

Pararse a pensar

(Por: Álvaro Iniesta)
En nuestra relación constante con familias desfavorecidas somos testigos permanentes de su capacidad de resistencia ante violencias que refuerzan la miseria. Esta resistencia se concreta en actos precisos que aportan paz a su alrededor, como ayudar a una joven a dar a luz a su bebé en la casa después de haber sido humillada en el Centro de Salud. Son gestos que nos invitan a entrar en otra lógica, a realizar actos alimentados por valores de fraternidad que pongan al ser humano en el centro de todas nuestras preocupaciones. Joseph Wresinski nos invita en este texto a tomar estos actos como referencia para la construcción de la sociedad en paz con la que soñamos.

Los pobres, creadores de paz

“La paz de los pobres no es la paz de los ricos. La miseria es como la guerra, es el mal total, el mal global que destruye hasta lo más profundo, hasta la mera raíz de la humanidad.

Sin embargo, en este enfrentamiento con la miseria, puedo afirmar que he encontrado una profunda búsqueda de amor y de ternura. Las familias más pobres no cesan de luchar para reconstruir y salvar la familia. Pero necesitan hombres y mujeres para decirles que, en esa lucha, están viviendo la esperanza de la caridad de todos los hombres; que su combate es el de la solidaridad, de la justicia, de la liberación de los pobres.

Conscientes entonces de su misión, las familias del Cuarto Mundo pueden llegar a ser, ellas mismas, defensoras de los más pobres y defensoras de la dignidad de toda persona. Estar de pie no basta, hay que ir hacia los otros.

Cuando nos acercamos a las familias muy pobres, estamos siempre maravillados del valor que allí encontramos. Porque, hasta en la miseria más profunda, ningún hombre se deja triturar ni humillar; el ser humano siempre resiste.

Ante una persona, todas las organizaciones, todos los principios, todas las ideas se desploman porque cada hombre porta en sí el destino de la humanidad.

Los pobres han desafiado siempre a los poderosos. Les han desafiado no con las armas pues están desarmados; no con la palabra pues se les ha dejado mudos, sino por medio de su miseria, por medio de su sufrimiento que hace que las gentes no puedan dormir.

Al oír el grito de sufrimiento de los más pobres, no es posible que las personas no cambien. No es posible que no se unan con la voluntad de trabajar juntos para la liberación de todos los hombres y arrancar la vergüenza del corazón de los más pobres.

Todo lo que en nosotros provoca la llamada de la fraternidad, del amor, de la amistad, de la ternura, todo esto debería ser el punto de comienzo de un amanecer, de un fuego que atraviese el mundo.

La liberación de los más pobres es la aventura más grande de la humanidad”.

Padre Joseph Wresinski

1 comentario:

  1. Pararse a pensar

    Afirmación tan necesaria en este siglo de prisas, donde la velocidad aparta la necesidad latente de, pararse y pensar.

    Magnifico artículo.

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