1 de diciembre de 2011

Pararse a Pensar

Por: Álvaro Iniesta


Cada 17 de octubre tenemos una buena ocasión para reflexionar sobre nuestro modo de funcionamiento como sociedad. Erradicar la extrema pobreza es posible si cambiamos de mentalidad y de prioridades, pero necesitaremos de toda nuestra inteligencia y de un interés siempre renovado de acercarnos a todos, de favorecer la participación de todos para alcanzar un día este sueño colectivo de construir un “mundo donde los seres humanos sean libres para hablar y creer, donde [estemos] liberados del terror de la miseria”. (Del preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos)


¡Por la justicia!, ¡Por la paz!
Mensaje de Eugen Brand, Delegado General del Movimiento ATD Cuarto Mundo, con motivo del día Mundial de Rechazo a la Miseria, 17 de octubre de 2011


Hoy mismo por todas partes se levantan muros. Acá, la frontera es un paredón de cemento entre dos pueblos, que hace imposible la circulación y el encuentro entre personas. Allá, multitud de barreras de acero rodean la zona industrial dispuestas a cerrarse definitivamente para impedir que comunidades y gentes que no tienen otro lugar donde ir puedan instalarse. En todas partes estos muros avergüenzan a aquellos que los construyen y asfixian a quienes se ven condenados a sufrirlos. Pretendiendo garantizar la seguridad de unos, estas separaciones condenan a otros a la inseguridad, la reclusión, el vagabundeo o la miseria. Estos muros reducen a nada todo reconocimiento mutuo, imprescindible antes de cualquier intento de construcción común. Todo el mundo sale perdiendo.

A pesar de todo, de un lado y otro de estos obstáculos infranqueables, a veces corriendo grandes riesgos, mujeres, hombres, jóvenes, niños, crean pasajes, abren ventanas, proponen a los del otro lado encuentros, festejos, en los que cada cual sigue siendo para el otro un invitado por conocer, un buscador de justicia, sin que nadie imponga una única manera de vivir o de creer.

A veces, la implicación de miles de ciudadanos, desde los más humildes a las más prestigiosas personalidades, no es suficiente para salvar de la muerte a un inocente, para evitar la expulsión de una sola familia. Frágil, entonces, la esperanza vuela despedazada, hasta el punto de hacer una simple pregunta intolerable: ¿De qué sirve movilizarse puesto que tras muros y murallas y paredones de leyes, reglamentos y certitudes, los poderes no quieren ver, ni escuchar, ni compartir? ¿Dónde encontraremos el valor necesario para intentar y proponer gestos de solidaridad, sin caer en una violencia que no hará más que encender otras violencias, no hará más que machacar otras vidas inocentes? En un tiempo particularmente señalado por eventos que descuartizan la fraternidad, ¿dónde encontraremos la energía y el deseo ardiente para vivir juntos, en paz, más allá del miedo al otro, más allá de la desconfianza de aquellos que viven de maneras distintas a las nuestras, más allá del rechazo a aquellos que sobreviven a base de expedientes porque no tienen otra opción?

“¡Por la justicia!, ¡Por la paz!” proponía hace treinta años el Padre Joseph Wresinski. Este desafío inspira siempre al Movimiento ATD Cuarto Mundo, desde entonces, no ha cesado de iniciar, junto a otros, miles de encuentros entre mundos que se ignoran, provocando la unión, creando día a día una historia de liberación de los poderes y saberes acaparados por unos pocos, una historia libre de las falsas seguridades, una historia en la que aquellos que atraviesan todas las crisis son los primeros inspiradores.

Este 17 de octubre, vivamos encuentros que alimenten nuestra energía, nuestro coraje, nuestras ambiciones. El 17 de octubre comienza por este hombre que, en su barrio listo para ser demolido, ya no tiene puerta capaz de abrirse, y que, desde su ventana nos invita, “Entren”. Como él, este 17 de octubre, atrevámonos a invitar. Atrevámonos a entrar.

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